jueves, 29 de marzo de 2012


¿Que es el editor?


Un editor en jefe (también llamado editor en jefe de redacción y ejecutivo) es el encargado  principal de una publicación, con la responsabilidad final de las operaciones y políticas. El término se aplica generalmente a periódicos, revistas, anuarios y programas de noticias de televisión. El término se aplica también a las revistas académicas, donde el editor en jefe en última instancia decide si un manuscrito será publicado en la revista como un artículo. Esta decisión es tomada por el editor en jefe después de solicitar la opinión de los encuestados, que suelen ser elegidos  sobre la base de su experiencia.

El manual de estilo de El Nacional menciona que el redactor es el principal responsable de los textos que firma y que siempre verificará la información y consultará las dudas que tenga en cuanto a nombres, cargos, y referencias de cada información y, según el manual del diario El País de España, tiene la obligación de releer y corregir sus propios textos. El redactor es el primer responsable de las erratas y equivocaciones, y solamente en segundo lugar se ubica al editor encargado de revisar esos textos. Aunque al referirse a las correcciones y al subsanar errores cometidos en las páginas, y hacerlo rápidamente, El País recalca que son los jefes de cada área informativa los que deben hacer esta tarea.

Así que el trabajo del redactor y del editor o jefe de redacción es mancomunada y debe buscar que el texto salga sin errores bien fundamentado y que no genere errores y erratas. 

De esto sacamos que el editor plantea las necesidades del texto que debe entregarle el reportero, así como los lineamientos a seguir: buena ortografía, redacción y claridad en las ideas, además de una profunda investigación. 

Tanto el editor como el reportero, deben escuchar activamente; es decir, identificarse con los objetivos del medio, las políticas editoriales y los lineamientos estilísticos. Pero sobre todo, habrá que prestar atención en los asuntos medulares, preguntar abierta y específicamente respecto a las dudas que se presenten. El editor, por su parte, debe emitir mensajes claros, consistentes y coherentes. Es recomendable que establezca, junto con el reportero, un esquema de trabajo donde se señalen los aspectos que deberán ser incluidos en el texto: la idea principal, ideas secundarias y la contextualización; detallando cada uno de los puntos, mencionando las condiciones y observaciones específicas.

Un buen editor debe saber:

Adaptarse al medio. Hay que tener en cuenta que cada medio tiene su historia, su orientación ideológica, sus implicaciones económicas... debemos tener siempre muy presente el libro de estilo del medio para el que vayamos a editar un texto. 

Adaptarse a la sección. El editor debe conocer el tema, los distintos enfoques que puede tomar la noticia, los criterios léxicos de cada sección (no es lo mismo el léxico de sociedad que el de economía). Deben saber también los límites de cada sección dependiendo del medio.

Adaptarse al género. Dependiendo del género de la información, existe una restricción en cuanto a la utilización de los tiempos verbales, la precisión en los datos, el léxico... cada género tiene unos límites y unos márgenes que el editor debe conocer. 

Adaptarse al espacio. En este apartado, nos encontramos con dos posibles casos: que tengamos poco texto y mucho espacio, o que tengamos mucho texto y poco espacio. Para solucionar ambas cosas, tenemos las siguientes soluciones:


 

          Para recortar un poco de texto

- convertir un punto y aparte en un punto y seguido

- eliminar las frases entre paréntesis, si los datos que aportan son irrelevantes

- convertir las palabras a siglas, siempre que sean conocidas (Estados Unidos a EEUU)

  Para recortar bastante texto (10 líneas)
 
-  eliminar verbos auxiliares

-  utilizar las comas para eludir palabras

- no utilizar adjetivos acabados en -mente

- eliminar los “ya que” y “el de la” (el principal problema es el de la amortización cambiar a el principal problema es la amortización)

- eliminar elementos superfluos que no aporten datos relevantes

- eliminar los paréntesis irrelevantes
Para recortar mucho texto

-  Tener clara la estructura del texto, el tema, la base de la información.

- Evitar párrafos de resumen si después esa información ya se explica en el texto.

- Si hay diversas fuentes que dicen lo mismo, dejar sólo la que lo  resume todo.

- Resumir en un cuadro la documentación o antecedentes

- No hacer reiteraciones de la misma información

 - Si se trata de un artículo interpretativo, no se debe eliminar ni el primer ni el último párrafo, pues sirven para enganchar al lector y para redondear el texto, respectivamente.

- Hacer una última lectura para revisar el texto, la concordancia, y para que sea entendedor.

          Para aumentar el texto


- Convertir un punto y seguido en un punto y aparte

- Poner el número completa de las siglas y poner éstas entre paréntesis

- Añadir algún elemento (oración o palabras) al párrafo (siempre contenido)

domingo, 25 de marzo de 2012

Escribir para leer o leer para escribir

El adagio popular es rico en la sabiduría cotidiana, en esa que se aprende con el día a día y uno de esos sabios consejos dice que se debe aprender de los mayores.

Uno de esos seres que enseña y del que se debe "tomar consejo" es Aidan Chambers cuando nos recuerda que “cuando se trata de escribir, eres lo que lees”. Este simple  mensaje es propicio para quienes son escritores principiantes, aunque yo me atrevería a asegurar que los ya consagrados también recurren a esta simple premisa.
 
La razón principal de escribir y analizar distintos temas del acontecer diario, es brindar a nuestros lectores una comprensión acertada pero subjetiva de la información, tratando de persuadir y crear una matriz de opinión que demuestre con argumentos asertivos nuestra arista sobre determinado tema.

Al escribir buscamos hacer consciente al público, de los aciertos y desaciertos de la cultura en general, demostrando que siempre hay una manera de percibir las situaciones y convencerlo de que todos estamos ávidos de optimismo, frescura y esparcimiento mental.

La importancia de la lectura a la hora de escribir,  radica  - para Chambers-  en que al leer estamos mejorando la manera en que manejamos el lenguaje, la forma de narrar, y organizamos mejor nuestras ideas, por esto la lectura y la escritura siempre van de la mano y como dice el autor “la escritura tiene por objeto la lectura”.
 
Chambers, que es principalmente un escritor de literatura infantil, así que conoce la necesidad de una buena redacción literaria, señala que la lectura debe atrapar al destinario,  y por ello a la hora de escribir hay que estar muy bien informados sobre el tema que escribimos, algo que también lo afirma D.B. Russell, personaje que interpreta Ted Danson en la serie CSI Las Vegas. 

Adicionalmente,  la lectura, según Chambers, nos da nuevas ideas para nuestros escritos como por ejemplo la manera de empezar nuestro texto, novela, ensayo etc.

Si nosotros no leemos y no estamos informados,  escribir será bastante complicado ya que no sabremos qué estilo seguir, como empezar o  finalizar nuestro texto, ni  conoceremos la manera correcta de unir nuestros párrafos y nos será un poco más difícil hacernos entender.

Los lectores merecen una  mejor información, que llegue a ser irreverente y actual,  sin dejarse influenciar por factores externos de poder.
Las nuevas tecnologías hacen que los estudiantes de Comunicación Social, e incluso los que ya están graduados, se replanteen el ejercicio del periodismo desde sus orígenes, que no son otros que la curiosidad y el ansia o necesidad de escribir sobre lo que nos pasa, o le pasa al colectivo. 

El reto de los nuevos comunicadores sociales sigue siendo el mismo de todos, saber expresarse y saber cómo lograr que nuestros lectores, oyentes o espectadores entiendan nuestro mensaje y nos sigan con interés.

Ya sea que escribamos para la prensa escrita, la tradicional, o la digital, o para la televisión, o la radio, o en un departamento de publicidad o relaciones públicas, el principio siempre será el mismo, saber escribir y transmitir los planteamientos e ideas, de nosotros, o de quienes nos emplean para darlos a conocer.

Escribir es un proceso que va más allá de la simple colocación de palabras, es, en muchos casos, un proceso de exorcismo, de liberación de temas, pasiones y demonios que tiene el escritor en su mente.

Muchos de mis estudiantes de la Universidad Santa María  han encontrado un camino para decir lo que quiere salir de sus mentes, otros están en ese camino, tal vez un poco más atrás, incluso algunos están aún pensando para qué sirve hace este ejercicio - además de para pasar la materia - si ellos nunca van a dedicarse  a la escritura porque lo de ellos es el periodismo corporativo o audiovisual. A ellos simplemente les digo como expresa  el poeta Rubén Blades: "La Vida te da sorpresas, sorpresas te da la Vida".

A la hora de sentarse a escribir ¿Qué debemos pensar?, ¿Dónde está la historia que quiero decir?, los caminos para resolver esta pregunta son diversos y a veces misterios. Esto último porque muchas veces son las historias las que nos encuentran a nosotros, como a Luigi Pirandello lo buscaban sus personajes para que les diera voz, y es por eso que la mente abierta, la curiosidad y las ganas de querer hacer cosas diferentes son tan importantes en esta profesión de Periodistas, que como la catalogó  Gabriel García Márquez, premio Nobel de Literatura, es "el mejor oficio del mundo".  

Y hablando del genio de 100 años de Soledad, y otros relatos, él comenzó su carrera siendo periodista y considera que  "En Latinoamérica hay una magnificación viciosa de la entrevista. Creen que todo el periodismo se reduce a la entrevista. No entienden que la entrevista tiene sentido sólo cuando el entrevistado tiene algo que decir".       

El estilo al momento de escribir es algo muy personal, ¿se puede aprender?, yo diría que se pueden brindar herramientas para  que cada uno busque su camino de entendimiento con los lectores. 

No todos somos García Márquez, ni Mario Vargas Llosa,  ni un Plinio Apuleyo Mendoza, pero sin importar quiénes seamos, lo vital es que seamos sinceros a la hora de escribir, que más allá de la tarea diaria del comunicador podamos  escribir historias más humanas, contando vivencias diarias y manteniéndolas cercanas a fin de mejorar la escritura, como lo aconseja  Gay Telase, quien es considerado uno de los padres del periodismo moderno y que tiene más de 50 años en el ejercicio de la profesión.
Talese es conocido, entre otras cosas,  por su no-entrevista (hoy llamada “crónica”, ayer “retrato”)  titulada "Sinatra está resfriado" que marca pauta a la hora de contar sobre alguien sin siquiera acercarse a esa persona,  una forma de narrar lo que deseamos cuando ese alguien o algo no desea contarnos su versión.

Aunque pareciera que esto que hizo Talese en los años 60 está fuera de moda o es un anacronismo, vale la pena leer el trabajo de Lisseth Boon, ganadora del III Concurso Nacional de Reportajes de Investigación Periodística, del Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS). 
Sea una crónica, un reportaje, o cualquier de los géneros del periodismo, lo importante es leer para entender bien lo que queremos decir, y escribir bien para quien nos lean puedan  entendernos, por eso, lectura y escritura van de la mano  y son inseparables.